Paradójicamente las cercanías a la Basílica de Luján, donde año tras año miles de fieles se congregan a rezarle a la Virgen, fue el escenario de un brutal ataque que dejó como saldo un muerto de 18 años y nueve heridos, dos de ellos de gravedad. Fue a unas cuadras de la Iglesia, en el estadio municipal, donde se disputaba el clásico entre el equipo local, Luján, y Leandro N. Alem, cuadro perteneciente al partido de General Rodríguez.
Los responsables del sangriento episodio son barras bravas de Alem, quienes acudieron al estadio (aún no habiendo visitantes en todo el fútbol argentino) con el único propósito de ir a buscar a la hinchada de Luján. Así, en las inmediaciones a la cancha, un grupo de sujetos a bordo de un Peugeot 308 color blanco y de un VW Vento oscuro comenzó a disparar e inició la masacre.
Fue el inicio porque, en realidad, hubo un segundo ataque a balazos y no sólo uno como se creía anteriormente. A 150 metros del estadio, individuos que también habrían disparado descendieron de un Corsa blanco y habrían sido proveídos de las armas por los ocupantes de otro vehículo, un Audi negro. Toda esta secuencia, según datos recabados de un informe de Gustavo Grabia para Infobae, terminó con la vida de Joaquín Coronel, joven de 18 años e hincha lujanense que asistió a ver un espectáculo de fútbol. También resultaron heridas nueve personas más, dos de los cuales se encuentran en grave estado de salud.
Hasta aquí tenemos detalles de los hechos y cómo fue el accionar de los miembros que componen la barra de Alem. Pero hay más. Porque la Justicia activó la investigación: detuvo a dos personas y tiene en mira a otras tres que en estos momentos están siendo intensamente buscadas. Uno de los prófugos es Ariel González, hijo del presidente de la institución y funcionario de alto rango de la Municipalidad de General Rodríguez. De acuerdo a lo indicado por Grabia, tuvo a su cargo la dirección municipal del barrio Malvinas, y en enero del corriente año fue designado a partir del decreto 2.492 como director de Transporte.
En el marco de la investigación, Ariel González está sindicado como el presunto jefe de la barra de Alem, algo que ya se había señalado en un suceso anterior ocurrido en junio, en el marco de una causa que no prosperó. También sería el usuario del Peugeot 308, uno de los autos con el que se movilizaron los delincuentes para desatar la tragedia.
En la tarde de este lunes se allanó el domicilio familiar de los González, pero la policía no halló ni ese vehículo ni a ninguno de los moradores. Sólo apareció la madre y ex esposa de Carlos González, el presidente de Alem. Si bien aún no se comprobó la presencialidad de Ariel en el lugar de los hechos, su situación estaría bastante complicada por estas horas.
La causa la lleva adelante la UFI N°10 de Mercedes a cargo de la doctora María Laura Cordiviola. La Justicia también trabajó sobre los presuntos dueños de los otros tres autos involucrados (el VW Vento, el Corsa y el Audi) y también sobre el de un Sandero color bordó que, junto a una camioneta que no poseía patente, habría sido clave para la huida de los sujetos.
En ese contexto, y como resultado de una serie de allanamientos, se logró detener a dos personas: César Ramírez, aparente propietario del Corsa, y Mauricio Pare, titular del Sandero. En el marco de los procedimientos, además, dos mujeres a las que se las acusa de descartar la ropa de Ramírez para que no pudiera ser identificado quedaron demoradas, pero luego resultaron liberadas en cuestión de unas horas.
Según el informe de Grabia, la investigación continúa su escalada y en las próximas horas se prevén nuevos arrestos que involucrarían a gente muy cercana al poder de General Rodríguez.
Por el lado de Luján, los políticos mostraron condolencia y apoyaron a las familias de las víctimas. Pero también saben que, si la Justicia pone el ojo en ellos, tendrán que dar explicaciones de algunas irregularidades, como por ejemplo que Facundo Roldán, alias Toti, jefe de la barra brava del equipo local, esté contratado como empleado municipal Clase VII con el máximo de las horas administrativas posibles. De hecho este hombre tuvo derecho de admisión durante un año y medio por participar de la interna de la barra de Independiente. Asimismo, tuvo un conflicto con el músico L-Gante, quien lo acusó de intentar agredirlo en una oportunidad.
Lo que debía ser un espectáculo como el que espera vivir el hincha común y corriente el fin de semana para ir a alentar a su equipo terminó de la peor manera: con una vida menos y con nueve heridos. También con la incertidumbre de lo que ocurrirá en el futuro inmediato y que parece salpicar a la política local, como de vez en cuando sucede en el fútbol.