En la tarde noche de viernes, más de un centenar de vecinos y militantes del Frente Patria Grande que conduce Juan Grabois colmaron la sala del teatro Media Legua en Martínez, para escuchar a cuatro de las referentes que tiene el espacio en un panel sobre feminismo popular. Fernanda Miño, Ofelia Fernández, Natalia Zaracho y Lucía Klug disertaron sobre las problemáticas actuales del feminismo.
Todas las referentes coincidieron en que la implementación de un Salario Básico Universal era necesaria como herramienta para poder ayudar a desarticular una de las violencias menos visibilizadas en materia de género: la dependencia económica, que hace que mujeres deban permanecer en un hogar violentadas por imposibilidad de sostenerse a sí mismas o contar con un ingreso propio.
Además, también se planteó que hay mujeres en los barrios que no cuentan con salidas económicas para poder cumplir con sus necesidades básicas, y que poner el ojo en esas situaciones para resolverlas también deben ser parte de las políticas feministas.
“El rol de la mujer en los barrios tiene un estigma cultural que es que debe ser madre, que se debe quedar en su casa, que el macho la banca, y que si el macho te pega es algo que suele pasar. Cuesta salir de ese formato horrible que se viene naturalizando, casi tanto como la pobreza”, cuestionó Miño y agregó: “Necesitamos despegarnos de ese patriarcado”.
En este sentido, dijo que “hay que programar y desarrollar definiciones desde el Estado que lleguen a todas".
Ofelia Fernández dijo por su parte que en un contexto “donde reina la antipolítica”, se debe “discutir cómo avanzar en las políticas públicas, ser los más pragmáticos de todos, resolver problemas concretos. En ese sentido, uno de los mejores programas que tiene el gobierno es el de Mi Pieza, que tiene una clara visión feminista y le resuelve la vida a mucha gente”.
“Requerimos un feminismo que piense en una política de cuidados, en el sentido más tradicional sobre el trabajo no pago, pero también reconociendo otras formas de cuidado, como puede ser el cuidado comunitario, con las compañeras que arman una olla en un merendero o un comedor, las promotoras contra la violencia de género. Eso tiene que ser reconocido”, añadió la legisladora porteña del Frente de Todos.
“Los lugares que ocupamos son estratégicos, y necesitamos discutir políticas públicas feministas que lleguen a los barrios, con la urgencia que tienen que llegar”, definió Zaracho y agregó que “hay un montón de pibas que no tienen para comer o para darle de comer a sus pibes, por eso el feminismo debe tener la agenda de tierra, techo y trabajo”.
Klug, por último, destacó la necesidad de un cambio de legislación en la provincia de Buenos Aires, debido a que hoy la norma que regula los mecanismos para prevenir y combatir los hechos de violencia de género es la Ley de Violencia Familiar. “Es un combo que cataloga a la violencia de género como una situación que solo puede darse en el seno intrafamiliar. El problema no sólo es el nombre, sino también el contenido. Es una ley vetusta, con barreras y se complementa con un poder judicial que no ayuda, por eso también el reclamo es por una reforma judicial feminista”.