El handball de la UNLu San Fernando pide poder mejorar su predio de entrenamiento

"Entre la desidia de las autoridades y el sentido de pertenencia", dicen que se sienten desde la comunidad de ese deporte, quienes buscan una autorización para hacer arreglos en la cancha que está en Libertador al 1700.

EL handball de la Universidad Nacional de Luján (UNLu), que tiene su sede en San Fernando, pasa un momento agridulce en este último tiempo. Si bien días atrás el equipo masculino que disputa la Liga de Honor salió campeón del Torneo Nacional y clasificó al Panamericano de Clubes, desde hace más de un año viene llevando adelante un reclamo para algo que, en un aspecto deportivo, parecería no sólo lógico, sino también básico: la necesidad de un espacio físico en condiciones para entrenar.

Hoy la comunidad de este deporte se encuentra en una situación que ella misma define como “entre la desidia de las autoridades de la Universidad y el sentido de pertenencia que se tiene por el club” porque “la situación en este punto se torna insostenible”.

¿Cuál es el pedido concreto de la comunidad? Que los directivos de la Universidad de Luján autoricen a la brevedad a realizar el arreglo del techo de la cancha donde entrena no sólo el equipo masculino que disputa la Liga de Honor y que está compuesto por jugadores de la selección mayor, sino también el masculino de la liga B, el femenino de la Liga A, y 300 chicos a partir de 8 años que, en diferentes categorías, practican el deporte en el predio ubicado en avenida Del Libertador al 1700.

Actualmente, en esas instalaciones no se puede entrenar cuando llueve, y tampoco está en condiciones para poder jugar los partidos. “Estamos pidiendo la autorización a la Universidad para hacer las obras. Ni siquiera los fondos, de lo que se encargará la Asociación de Handball. Nos han manifestado su intención de que hagamos los trabajos, pero en los hechos suceden cosas distintas”, explica a Que Pasa Daniel Betti, el Tano, coordinador de handball de la UNLu, quien además analiza “entendemos que hay una cuestión de miedo, por un accidente ocurrido hace unos años, donde falleció un obrero” y dice que por eso desde la Universidad les pidieron “una serie de requisitos legales que hemos cumplido al pie de la letra”.

En esta línea, debieron encargarse de la búsqueda de la empresa que realice la tarea, constituirse como Asociación Civil y “realizar papeleríos de todo tipo, pero siempre nos salen con algo nuevo, conque falta algo o nos dicen que hay que seguir haciendo trámites y pareciera que lo que se busca con esto es dilatar la situación, o generar cansancio en una comunidad que lo único que quiere es mejorar el club”.

Al arreglo del techo, la obra más urgente que requieren las instalaciones, se suman también otros trabajos que son necesarios para tener un espacio deportivo digno: el cambio del piso de cemento de la cancha por uno de madera, la mejora de los vestuarios (algo que incluiría obras hidráulicas y edilicias), la construcción de nuevas tribunas y alguna mejora en el estacionamiento.

La mayoría de la comunidad quiere quedarse en el predio, y que puedan realizarse las obras, puesto que muchas familias han pasado parte de su vida en el club y lo ven como parte de su formación social, tienen un sentido de pertenencia. “Yo creo que el sentido de pertenencia es muy importante, pero tenemos que analizar qué nos dio ese sentido de pertenencia con la institución, y que nos está quitando ahora, porque hay cientos de chicos que no están pudiendo venir a practicar el deporte que les gusta en las condiciones adecuadas, y eso rompe con ese sentido, y además no los deja disfrutar de un momento de recreación ni desarrollarse deportivamente”, expresa Federico Fernández, jugador de la selección mayor y que desde 2008, salvando por un paso por España entre 2011 y 2013, es jugador del club.

La situación va más allá de lo deportivo. Federico sabe lo difícil que es tener la cabeza dividida entre afrontar esta circunstancia y tener que pensar cada fin de semana en disputar un partido a nivel profesional, para darle lo mejor al club y para poder seguir jugando partidos en la selección, pero eso es sólo una arista. En otro punto, está la cuestión económica.

“Estamos entrando en gastos innecesarios para alquilar canchas todos los fines de semana, que nos salen cerca de cuatro mil pesos cada vez que jugamos, sin contar muchas veces los costos de traslado para las diferentes categorías a Los Polvorines, a Villa Ballester o al lugar en el que podamos hacer circunstancialmente de local”, relata Fernández, integrante de los Gladiadores, mientras que el Tano coincide y añade “esto nos imposibilita también tratar de juntar un dinero extra con algún buffet colaborativo, o con el estacionamiento, que son pequeñas cosas que nos ayudan a sostener la actividad”.

El handball de la UNLu espera por una respuesta para seguir consolidándose como un club de primer nivel en lo nacional y lo internacional, para además de tener un equipo competitivo, con referentes y jugadores de selección, puedan también disfrutar de un espacio acorde donde entrenar y jugar, y darles a los más chicos un espacio de contención y la posibilidad de seguir desenvolviéndose en el deporte, sin perder el concepto de comunidad ni de sentido de pertenencia.