Cada 8 de diciembre las familias argentinas que festejan la Navidad se disponen a armar el arbolito: para muchos es una tradición que aguardan con emoción, mientras que para otros es una tarea más con la que hay que cumplir, y para la que deben desempolvar aquella caja perdida en algún rincón de la casa.
Y si hay niños, esta fecha se convierte en un momento mágico para compartir entre padres e hijos. Sin embargo, no todos saben precisamente por qué el árbol de Navidad se arma en esta fecha.
¿Por qué el 8 de diciembre y no cualquier otro día?
Hace más de 200 años que se instauró la tradición navideña en Argentina. El primer árbol data de 1807, construido por un irlandés en una plaza pública. Había llegado a América Latina proveniente de Estados Unidos y decoró el pino de acuerdo a la costumbre arraigada en su país de origen.
Circulan varias leyendas que intentan explicar el motivo de la fecha pactada. Varía de acuerdo a cada cultura. Por caso, los celtas identifican la fecha con el nacimiento de Frey, dios del sol y la fertilidad, objeto de adoración de los celtas el 8 de diciembre de cada año.
Con la llegada del cristianismo, la leyenda se readaptó. La tradición se ajustó al nacimiento de Cristo. El árbol original emergió como una representación del amor de Dios y la vida eterna. Su forma se la debió a la Santísima Trinidad y la decoración que hoy se ve también tiene su sentido. Las pequeñas bolas de colores, por ejemplo, simbolizan las manzanas del paraíso que habitaron Adán y Eva antes de cometer el pecado original. Por su parte, las luces también tienen su relación ancestral, ya que representan velas, la luz de Cristo, el vínculo de unión entres las familias y las personas.
Sin embargo, hay tres teorías más que circulan con asiduidad. Otra vinculada al cristianismo dice que Martín Lutero, uno de los padres de la reforma, fue el artífice de la instauración del árbol de Navidad como tradición. Hacia 1500 buscó reproducir una escena en su vida diaria. Caminaba en un bosque y se asombró por cómo el brillo de las estrellas resplandecía en los árboles. A tal punto fue su fascinación que cortó una de las ramas y la atesoró en su casa.
El 8 de diciembre de 1854, Pío IX advirtió que, al momento de nacer María, la madre de Dios, fue preservada del pecado original. Por ese motivo, la fecha fue proclama como el Día de la Virgen Inmaculada Concepción, también el día del armado del árbol navideño.
Hay, también, una historia mundana que se suele escuchar. Una leyenda cuenta que un niño perdido fue recibido por una pareja de ancianos leñadores. El niño no encontró mejor manera de agradecer el gesto que cortando una rama de un pino para que lo sembraran. De ese árbol, cuenta la leyenda, crecieron manzanas de oro y nueces de plata.
¿Por qué se adorna el árbol de Navidad?
Decorar el árbol navideño con más objetos que guirnaldas o algodón es una tradición que nació, se cree, en el siglo XVII. Se basó en varias costumbres: una de ellas remite a los germanos, quienes solían “vestir” a los árboles secos y sin hojas del invierno europeo con frutos para que los “espíritus buenos” que habitaban en ellos no se fueran. Otra hace referencia a los primeros adornos, las manzanas, las que simbolizaban el fruto del árbol prohibido del Génesis bíblico. Se sabe que luego fueron reemplazadas por bolas de cristal.
¿Qué significan los adornos de Navidad?
Para los católicos, las esferas simbolizan los rezos que se realizan durante el período de Adviento, y los colores tienen que ver con su naturaleza. Las rojas refieren a peticiones; las plateadas, al agradecimiento; las doradas son de alabanza; y las azules, de arrepentimiento. En tanto, la estrella que se coloca en la punta del árbol simboliza la fe que debe guiar la vida del cristiano.
El árbol de Navidad debe poseer entre 24 y 28 esferas, de acuerdo a los días que tenga el Adviento, que se van colocando desde el 8 de diciembre hasta Nochebuena.
Las luces como adorno encuentran su origen en una idea del protestante Martín Lutero. Según se transmitió entre las generaciones, una noche el reformista caminaba hacia su casa cuando notó que el brillo de las estrellas iluminaba los árboles cercanos. Como quedó encantado con esa escena intentó reproducirla en su casa. Para ello, colocó un pino en la habitación principal y le puso alambres para sostener velas.
¿Dónde ubicar el árbol de Navidad?
Buscar un lugar donde pueda ser apreciado desde distintos ángulos, pero que a su vez no obstaculice la entrada de luz. Colocarlo en una zona de tránsito medio a bajo, donde la familia pase constantemente sin convertirse en un incordio. Elegir un rincón especial, desde donde se lo pueda apreciar en momentos de relax. Por ejemplo, en diagonal al sillón o sofá, o cerca de la mesa del comedor. Así el espíritu navideño siempre estará presente.