El pasado jueves 9 de agosto, la historia de El Ángel llegó al cine, protagonizada por Lorenzo Ferro y producida por Underground, que ya había encabezado la dirección de Historia de un Clan, la miniserie sobre la familia Puccio, otra de las historias criminales que asombró a la Argentina y que tuvo su raíz en la zona norte, más precisamente en San Isidro, en la década del '80. La vida de Arquímedes y su familia también estuvo en pantalla grande, con El Clan, allá por mediados de 2015, registrando éxitos en la taquilla, y lo mismo se espera del film sobre Carlos Robledo Puch.
En esta nueva película policial de época del cine argentino, participan también el Chino Darín y Peter Lanzani, a quienes ya hemos sabido ver en la miniserie y el film sobre los Puccio. Además, completan el reparto Mercedes Morán, Daniel Fanego, Cecilia Roth, entre otros grandes actores, que recrean la historia de Carlos Robledo Puch.
En mayo pasado, el film estuvo nominado en el Festival de Cannes, en la categoria Un Certain Regard, que busca reconocer el talento joven y fomentar obras innovadoras y atrevidas.
Robledo Puch se enteró de que se iba a hacer la película de su vida porque un compañero de la prisión de Sierra Chica le mostró un recorte de un diario de Olavarría y pidió a través de una carta a los directores que sus padres no aparezcan en el film, pedido al que la productora accedió.
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La historia de El Ángel Negro
Pasaron 46 años desde que Carlos Robledo Puch entró en prisión, y casi medio siglo tras las rejas, parece suficiente para tener que contar la historia del mayor asesino en serie de la historia argentina: once crímenes conocidos en serie, en menos de un año, le valieron el apodo de El Ángel Negro a aquel todavía joven adolescente de Olivos, quien no tuvo que recorrer demasiado para llevar adelante sus delitos, pues todos ellos fueron perpetrados en la región.
El 3 de febrero de 1972 entró en la cárcel con 20 años, y no volvió a salir. Días antes, el 1 de febrero, había dado su último golpe: en Carupá, entró a la ferretería Masseiro Hermanos con su cómplice de turno, Héctor Somoza, y allí mataron al custodio Manuel Acevedo e intentaron robar lo que había en la caja fuerte. En la desesperación, Puch mató también a Somoza, en cuyo bolsillo dejó su cédula de identidad. En ese momento, se acabó el prontuario del joven criminal. Pero antes que eso, hubo una historia.
El niño de los ricitos de oro nació el 19 de enero de 1952, y vivió con sus padres en Tigre y luego en Villa Adelina, hasta llegar a la localidad de Olivos a los 10 años, donde parte de su infancia y su adolescencia pasaron en una casa ubicada en Borges 1956. Allí, concurrió al colegio Cervantes, en Florida, donde lo apodaban "leche hervida" por su fuerte carácter: un alumno prodigio, pero con problemas de conducta que lo llevaban a pasar gran parte del tiempo en la calle, con la bicicleta de su padre, paseando por los rincones del barrio, generalmente con alguno de sus dos amigos, Jorge Ibánez, un par de años más chico que Carlos, o Héctor Somoza, vecino de la familia e hijo de un panadero de Villa Adelina.
Además de amigos, cómplices. Cómplices de al menos once asesinatos, de decenas de robos, y de varias violaciones. El primero fue Ibáñez, quien ya tenía algún prontuario criminal para sus 17 años. Los delitos de esa pareja comenzaron en septiembre de 1970, en la joyería Rachmil Israel Isaac Klinger, en Olivos, de donde roban 100 mil pesos, minutos después, no conformes, roban otros 100 mil de un taller a unos metros de allí. Siguen unos meses después, en enero del '71, en un taller en San Fernando, de donde roban dos motos: una Guzzi roja, y una Gilera 150, negra y roja. Hasta ese momento, sin víctimas.
Los primeros muertos en manos del Ángel Negro fueron el dueño y el sereno del boliche Enamor, ubicado en Espora 3285, en el bajo de Vicente López, donde Robledo Puch y su cómplice roban 350 mil pesos y, antes de huir, mientras Pedro Mastronardi y Manuel Godoy dormían, los ejecutan mediante dos disparos en sus cabezas.
Ya en mayo de ese año, entran a un local de repuestos de autos, también en Vicente López, donde asesinan al sereno, José Bianchi, hieren y violan a su mujer. Roban cerca de 400 mil pesos. A los pocos días, ingresan por la noche a un supermercado Tanti, en Olivos. Matan a su cuidador Juan Scattone y se llevan 5 millones.

13 de junio de 1971. Av. Del Libertador al 3800. Robledo Puch e Ibánez secuestran a una joven, Virginia Rodríguez. Ibáñez la viola y la sueltan en Panamericana. Mientras huye, Robledo Puch le pega cinco tiros por la espalda. La sexta víctima fue Ana María Dinardo, otra joven que salía de Katoa, un boliche en Vicente López, a quien luego de intentar violarla la arrojan del auto, también en Panamericana, y le disparan.
Ya en agosto, un hecho confuso que muchos explican como un accidente automovilísitico, termina con la muerte de Ibáñez, luego de un choque en avenida Cabildo del que Robledo Puch resultó ileso, y por el que también fue involucrado. En ese momento, el cambio de cómplice fue inminente, tanto como que el elegido sería su otro gran amigo, Héctor Somoza.
Con él, perpetró cuatro asesinatos. El 13 de noviembre de 1971, el de Raúl del Bene, guardia del supermercado El Rincón, de Boulogne; a los cuatro días, fue el turno de Juan Rozas, cuidador de una concesionaria en Olivos, y el 25 de de ese mismo mes, Bienvenido Ferrini se transformó en víctima de la pareja de jóvenes delincuentes. Ferrini había visto a Carlos meses antes, cuando su madre había ido a comprarle un Dodge Polara a la concesionaria Puchmartí, de Martínez, que esa noche de noviembre estaba asaltando y de donde se llevó un millón de pesos. El último, el ya mencionado Manuel Acevedo, hecho en el que Robledo Puch también termina con su amigo Somoza.
Ese 3 de febrero de 1972, allanaron la casa de la familia de Robledo Puch, que para entonces ya estaba mudado nuevamente a Villa Adelina, más precisamente en Las Acacias al 200, donde encontraron dinero y siete armas de fuego, algunas de las cuales fueron luego investigadas a identificadas por los peritos como las utilizadas para los crímenes del Ángel Negro.
Estuvo preso desde ese entonces, en la cárcel de Olmos, en La Plata, salvando por las 64 horas que se mantuvo prófugo en julio de 1973, cuando regresó a Olivos, donde lo encontraron y volvieron a apresarlo. Fue en Libertador y Sturiza, en la vieja confitería Münich, donde se metió al ver un móvil policial, y de donde salió con los brazos en alto, luego de no tener mayor escapatoria.