Por Lucas Boyanovsky*
A veces la conversación pública comienza a girar sobre sí misma en una especie de laberinto sin salida, y comenzamos a tener la sensación de que todo lo que sucede es un programa de chimentos de la televisión. Pero una vez más Cristina viene a correr el límite de lo que se discute mundanamente y traspasa la dinámica del quién dijo qué y si aquel se ofendió por aquello. Es ella quien busca una salida por fuera de las recetas de siempre.
“Tenemos que encontrar los argentinos un instrumento que vuelva a colocar una unidad de cuenta, una moneda de reserva y una moneda de transacción”, dijo el sábado pasado en Ensenada en el homenaje por el paso a la inmortalidad de Perón. La construcción de estos instrumentos económicos supone desdolarizar la economía nacional y construir herramientas que permitan ir a fondo en la resolución de uno de los mayores problemas estructurales: la formación de activos en el exterior que le sustraen dólares a nuestra economía.
La pelea de fondo es quién conduce, si el pueblo o las corporaciones. Dice Cristina: “El capitalismo que conduce el mercado, las corporaciones, produce exclusión, transferencia de ingresos... pero hay otro capitalismo que conduce el Estado y planifica.”.
Estamos ante dificultades enormes, tanto nacionales como mundiales: pandemia, crisis alimentaria, crisis energética, guerra, inflación en las grandes potencias... pero también tenemos la gran oportunidad de que el modelo argentino para el proyecto nacional emerja por sobre el modelo exportador de commodities, conduciendo el proceso político-económico-productivo consistente en agregar valor a las enormes riquezas de nuestra Patria.
Si hablamos de homenajes, pocos serían más fieles a la doctrina justicialista. Cristina conduce, Perón nos espera en el futuro.