Esta ya controvertida cesión de espacio público a una institución
privada se realizó al margen de toda legislación (que hubiera exigido mínimamente la realización de un estudio de impacto ambiental y una audiencia pública), desconociendo el uso recreativo que ese lugar tenía para los vecinos de la zona y contrariando las recomendaciones de los ambientalistas que administraban la Reserva Municipal (los cuales fueron echados a causa de este conflicto).
El 12 de Abril del 2012, el municipio faltó a la palabra empeñada en esta mesa de diálogo y envió una cuadrilla con motosierras y desmalezadoras. Y ese triste día, después de haber terminado la obra de desmonte, la propaganda oficial anunciaba la creación de
un nuevo paisaje protegido en ese lugar y la ampliación de un campo municipal, creando un relato dónde se mostraba como protección del medio ambiente y del espacio público lo fue un desmonte de un bosque ribereño y la cesión de tierras a un club privado.
Bosque Alegre se convirtió para muchos en una bandera. Una bandera que levanta la convicción de que tenemos el derecho de vivir en un ambiente sano, que no puede haber desarrollo sin atención al medio ambiente, que los gobiernos no pueden decidir de espaldas a la gente, y que la propaganda oficial no puede ocultar la verdad.