Años duros vivía el Funebrero. Luego del descenso a la Primera B Nacional en el 2004 tras haber permanecido en la élite del fútbol argentino por seis temporadas, la debacle parecía continuar haciendo estragos. Chaca no se preparó nada bien para disputar el campeonato de la segunda división y, por ende, una nueva perdida de categoría estaba muy cerca.
Después de hacer una muy magra campaña en su totalidad, Chacarita llegó a Caballito para enfrentar a Ferro Carril Oeste a falta de dos jornadas para finalizar el campeonato. Si no lograba sumar de a tres, automáticamente se iba nuevamente al descenso.
Para colmo de males, el Funebrero comenzó el encuentro perdiendo desde el inicio y así se fue al entretiempo. En el complemento, supo mostrar la otra cara de la moneda, y en 20 minutos consiguió dar vuelta las cosas con los goles de Cerrutti y Meloño. Pero, en su mejor momento en todo el transcurso de la tarde, a los 35' el Verdolaga alcanzó el empate a través de un penal de Campodónico.
El Funebrero sintió el golpe y el descenso estaba a escasos minutos. Pero sobre la hora, en el minuto 93, se dio el milagro. Una gran jugada individual de Piatti que pegó en la mano del defensor del local Oyola, derivó en el penal que Ramos se hizo cargo y canjeó por gol, provocando la algarabía de todos los chacaritenses que fueron a presenciar el duelo.
Chaca siguió su camino de la salvación ganándole por penales el desempate a Defensores de Belgrano en el Tomás Adolfo Ducó, y la tan recordada promoción a Platense en el Cilindro de Avellaneda. Pero, aquel día, el del 5 de junio del 2005 en Caballito, el hincha jamás olvidará, porque pasó en tan solo un minuto, de la muerte a la resurrección.