Un sepulturero que estuvo seis meses prófugo fue acusado de haber asesinado a su madre y hacer desaparecer su cuerpo para seguir cobrando su jubilación, en un caso ocurrido en enero de 2019 en Pilar, y caratulado como homicidio pese a que aún no se halló el cadáver.
Fuentes judiciales y policiales informaron a Télam que la detención de Gustavo Fabián Guzmán (50) fue concretada por detectives del Departamento Inteligencia Contra el Crimen Organizado de la Policía Federal Argentina (PFA) en un domicilio en San Cristóbal.
A partir de una investigación del fiscal Gonzalo Acosta, quien como titular de la Fiscalía Especializada en Delitos Conexos a la Trata de Personas de San Isidro se encarga de las causas por averiguación de paradero de todo ese departamento judicial, Guzmán estaba prófugo y con una orden de detención emitida por el juez de Garantías 7 de Pilar, Walter Saettone, desde el 21 de noviembre.
Sin embargo, Guzmán ya estaba desaparecido desde el 19 de abril del año pasado, cuando decidió abandonar la casa de Villa Rosa donde convivía con su madre luego de ser interrogado por la policía, a partir de la denuncia que una de sus hermanas formuló por la desaparición de su madre, Inés Ester Ríos (71).
La imputación contra Guzmán, es por "homicidio agravado por el vínculo", delito que prevé una pena de prisión perpetua, y para la Justicia el crimen ocurrió el 1 de enero de 2019, después de las 20.
La principal hipótesis del fiscal Acosta es que Guzmán asesinó a su madre e inventó distintas excusas para justificar su ausencia, para quedarse con la casa donde convivía con ella en la calle Manzone, de la localidad de Villa Rosa, y para cobrar su jubilación.
Guzmán se convirtió en sospechoso desde el inicio, no sólo porque se escapó –e incluso abandonó a una concubina-, cuando supo que había una denuncia por el paradero de su madre, sino también por las múltiples y contradictorias versiones que dio sobre el paradero de su madre.
Según consta en el expediente –al que tuvo acceso Télam-, a una hermana le dijo que Inés se había ido de visita a lo de una hermana de ella; a una tía, le contó que se había ido de paseo "al norte o al sur"; a un vecino, que estaba en el centro de jubilados y no sabía si se había ido de viaje; a un cuñado, que se había ido a Escobar; y a otro familiar, que había ido a Campana a visitar a un hermano que le habían amputado una pierna, algo que se verificó era falso.
Además, el fiscal Acosta determinó que, unos 15 días antes de desaparecer, Guzmán había mudado a la casa de Villa Rosa a una pareja suya con sus hijos, algo a lo que, según el entorno de la propia víctima, Ríos no hubiera accedido.
Esa mujer también declaró que nunca había visto a la madre de Guzmán y él le había dicho que "estaba de viaje".
La última persona que vio a Ríos con vida fue un vecino que declaró que dialogó con ella el 1 de enero de 2019, luego de que él sufriera un hecho de inseguridad en el que el ahora imputado había ayudado con un machete a detener al delincuente que había entrado a robarle a su casa, razón por la que el ahora imputado tuvo que ir a declarar a la comisaría en aquel momento.
Este testigo dijo que a partir de ese día, a Ríos no lo vio más y al imputado Guzmán lo vio usar el celular de su madre con la excusa de que estaba gastando el "pack de mensajes" que tenía la línea.
Otros vecinos declararon que solían ver a Guzmán con el machete y una de sus hermanas lo describió en el expediente como un hombre "adicto a los estupefacientes, violento, mentiroso, que conocía de armas y decía que las tenía y que sabía hacer pozos porque había trabajado en un cementerio" como sepulturero.
Ríos solía ir a cobrar en persona su jubilación y aunque en los últimos tiempos la solía acompañar su hijo, ella nunca dejaba de ir.
Pero el fiscal Acosta logró averiguar que los 12.700 pesos del haber jubilatorio correspondiente a enero, febrero y marzo de 2019, los fue a cobrar Guzmán sin su madre y que ya a partir de abril de ese año no pudo volver a cobrar porque se había vencido el certificado de supervivencia de su madre.
Para el fiscal Acosta y el juez Saettone, la única razón por la cual una mujer como Ríos, que vivía de su jubilación, no haya renovado el trámite de la supervivencia "es que está muerta", según escribieron en el expediente.
Los investigadores judiciales también destacaron que en el allanamiento a la vivienda de la víctima no sólo se encontró el celular de Ríos que según testigos usó su hijo en los días posteriores, sino también elementos de carácter íntimo como su dentadura postiza y su reloj de los que no se desprendería en caso de estar con vida.
Fuente: Télam