Fue un sábado, en distintos puntos del país comenzó una revuelta cívico militar contra el régimen de Pedro Eugenio Aramburu, impulsada por el peronismo pero sin el beneplácito de su líder, el general Perón, por entonces en el exilio.
El general Juan José Valle fue quien encabezó la rebelión. Aramburu, amenazado por el poder del movimiento revolucionario, implantó la ley marcial mediante el decreto N°10.362/56 donde se establecía que: “Todo oficial de las Fuerzas Armadas en actividad y cumpliendo actos de servicio podrá ordenar juicios sumarísimos con atribuciones de aplicar o no la pena de muerte por fusilamiento a todo perturbador del orden público”.
La noche del 9 de junio de 1956, en un departamento de la calle Hipólito Yrigoyen 4519 en la localidad de Florida (Vicente López), un grupo de militantes peronistas se habían juntado esperando el levantamiento, mientras, jugaban a las cartas y escuchaban por radio una pelea de box: Juan Torres, Carlos Lizaso, Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Vicente Rodríguez, Mario Brión, Horacio Di Chiano, Norberto Gavino, Rogelio Díaz y Juan Carlos Livraga (no pertenecía al comando y solo había ido a escuchar la pelea). La policía cae y se lleva a todos presos a una comisaría de San Martín.
La rebelión había sido aplastada por el gobierno militar. La ley marcial, fue dictada posteriormente a las detenciones, pero igualmente es aplicada a los detenidos en Vicente López y otros dos que se le sumaron en la comisaría de San Martín: Julio Troxler y Reinaldo Benavidez, quien fue capturado posteriormente en la casa de Florida.
Los doce son llevados a los basurales de José León Suarez. Varios de los detenidos intentaron huir, mientras los policias abrían fuego. Gavino, Diaz, Troxler, Benavídez y Giunta logran huir. Livraga, Di Chiano se tiran al piso y se hacen los muertos. Los otros cinco fueron asesinados.
La historia permaneció oculta hasta que Rodolfo Walsh la cuenta en su libro Operación Masacre, en base a lo que le cuentan los sobrevivientes.
"No los ve pero sabe que le apuntan a la nuca. Esperan un movimiento. Tal vez ni eso. Tal vez le tiren lo mismo. Tal vez les extrañe justamente que no se mueva. Tal vez descubran lo que es evidente, que no está herido, que de ninguna parte le brota sangre. Una náusea espantosa le surge del estómago. Alcanza a estrangularla en los labios. Quisiera gritar. Una parte de su cuerpo -las muñecas apoyadas como palancas en el suelo, las rodillas, las puntas de los pies- quisiera escapar enloquecida. Otra -la cabeza, la nuca- le repite: no moverse, no respirar".
Rodolfo Walsh, Operación Masacre
Tres días mas tarde, 12 de Junio, el General Valle es fusilado junto a 26 personas más. Sus restos descansan en el cementerio de Vicente López.