Oscar Ojea, obispo de la Diócesis de San Isidro, compartió un mensaje en el que deseó “de todo corazón que el Señor pueda unir y armonizar cada vida, cada persona, y que conceda también la armonía y la concordia a cada familia”.
Además, añadió: “Estamos viviendo una profunda crisis de confianza; nos sospechamos continuamente unos a otros, por eso hay tantas cosas que no decimos, no nos atrevemos a salir de nosotros mismos, tenemos miedo. Tenemos miedo de que ese endeble tejido social se rompa. En muchos casos parecería que la trama está rota y que somos como islas.”
Ojea se refirió también al crecimiento de una “cultura individualista que se acentúa continuamente, creando este ambiente” y que hace que uno se aleje de la vida del otro y “construya murallas” por “ver las desgracias del otro en imagen”.
“No podemos crecer si no crecemos juntos, necesitamos de la riqueza de los demás, no podemos solos. Es una gran falta de sabiduría creer que todo lo podemos solos y que solos podemos tener todo lo necesario.
El Niño Jesús en Navidad viene a darnos otro mensaje muy distinto. El Niño que es Dios que se hace pequeño, que se hace débil, se deja adorar por los pastores, se deja tomar en brazos por María y por José y quiere que vos también lo tomes en tus brazos, que vos también le des un beso, porque él rompe todas las murallas; él viene a decirte confío en vos; creo en vos; me pongo en tus manos”, continuó.
“Tenemos que volver a crear una comunicación nueva; con una comunicación nueva tendremos un mundo nuevo. Por eso, en esta Navidad te invito a pedirle a María y a José que te presten sus brazos, que te presten su corazón, para que al ir al pesebre, al ponerte delante del pesebre puedas tomar en tus brazos, besar al Niño Jesús como una expresión de que él entra dentro tuyo, y que te saca de este ser isla y de arreglarte por tu cuenta, para poder integrarte más a la comunidad de los hermanos y allí recibir todo lo que necesitás, y al mismo tiempo aportar todo aquello que sólo vos le podés dar a la comunidad”, agregó Ojea en la reflexión final del escrito.
Por último, un llamado a este nuevo Año de Paz, en el que deseó “que el Niño Dios regale la caridad que abre todas las fronteras del espíritu”: “Como dice el lema que vamos a vivir del Año de la Paz “¡Vencé la indiferencia!”, que podamos vencer la indiferencia y conquistar la paz que es conquistar la caridad.”