20 años no es nada. Al menos eso dice el tango y la vigencia de política de Gustavo Posse en San Isidro parece darle la razón. El intendente de San Isidro fue elegido el último domingo por el 48% de los votos después de 20 años de gestión, para su sexto mandato en el distrito del norte del conurbano.
Posse "heredó" la gestión de su padre en el 1999 y dio continuidad a un proceso que tiene a su apellido al frente desde la vuelta de la democracia. Y en estos 20 años sobrevivió a la decepción de la Alianza, a la fragmentación del radicalismo, a la no positiva concertación kirchnerista, a la fugacidad televisiva del colorado De Narváez, al angostamiento de avenida del medio massista, y al descalabro económico macrista.
En agosto, después de las PASO, cuando el abultado resultado a su favor prefiguraba una segura victoria en las generales, escribimos "Posse lo hizo de nuevo", repasando este hábito sanisidrense, tan clásico como los panchos de Coquito o un mate en el río, que en cada elección, el que gana y cómodo es Posse.
¿Está bien que gane Posse? Preguntarse eso, de alguien a quien lo elige casi 1 de cada 2 votantes, es como preguntarse si está bien la democracia. Y a Posse lo eligen. No es arrastre, no es confusión. Posse debe ser de las marcas más conocidas que hay en San Isidro. Los 100.000 sanisidrenses que pusieron su boleta en la urna el domingo, saben bien qué votaron.
Los oficialismos tienen ventaja. Siempre, en toda disputa electoral. Salen a la cancha a jugar el partido con 1 o 2 goles adentro. Eso es así. Pero es así en todos los lugares. Y así los oficialismos también pierden. "El Japonés" García, Osvaldo Amieiro, Ricardo Ubieto, eran los intendentes de este cordón costero norte cuando llegó Posse. Y tanto García como Amierio perdieron en el 2011, yendo en la boleta de CFK, que sacó el 54% a nivel nacional, y ganó en sus distritos. Los oficialismos, a pesar de su ventaja, a pesar de un arrastre a favor, cuando están desgastados, también pierden.
¿Y por qué gana Posse? La respuesta que más se escucha a este interrogante que trata de desentrañar la eficacia electoral del sanisidrense, es cuasi una chicana: que enfrente no tiene a nadie. Pero vale la pena analizarlo.
Enfrente de Posse está el peronismo. Más allá de los acuerdos circunstanciales que los distintos espacios peronistas tuvieron, cada uno en su momento, pero todos sin excepción, dentro del legislativo local con el oficialismo, donde Posse no cuenta con mayoría, el peronismo representa una clara alternativa, como propuesta política, a Gustavo Posse.
Muchos piensan y sostienen públicamente que "el peronismo nunca va a ganar en San Isidro", que tiene un techo, que hay un núcleo duro "gorila" (antiperonista) en el sanisidrense que impide ofrecer una alternativa de poder real. Pero quienes esto afirman olvidan que, no hace mucho, en el 2011, las misma Cristina Fernández de Kirchner fue quien ganó en San Isidro en la boleta presidencial. Posse iba con "Ricardito" Alfonsín, y le sacó más de 23 puntos a Santiago Cafiero, actual mano derecha del presidente electo, y por entonces candidato a intendente K. En San Isidro ganó el peronismo, ganó el kirchnerismo, ganó Cristina. Pero siguió Posse.
Enfrente de Posse está también el vecinalismo de Convocación. Un vecinalismo que ya lleva más de 20 años confrontando con Posse. Más de 20 años presentando propuestas, haciendo críticas, caminando San Isidro. Con un candidato, Marcos Hilding Ohlsson, que fue 8 años concejal, que lleva varias campañas encabezando boleta e instalándose como una alternativa. Convocación es un fenómeno inédito en la política bonaerense. El único partido en toda la región que rompió la polarización e ingresó concejales por fuera de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos. Y en esta vuelta, contó con apoyo de sectores del PRO y sumó a Carlos Castellano, histórico armador y mano derecha de Gustavo Posse. Un vecinalismo que además tiene la particularidad incómoda para Posse de pescar en la misma pecera electoral: los votos de Convocación son, en su gran mayoría, votos de Cambiemos.
Y enfrente Posse estuvo también el PRO, hasta el 2015, cuando el intendente le ganó la interna a Guillermo Montenegro. Pero los amarillos, ya con control del gobierno nacional y provincial, y con un electorado local afín, definieron en 2016 que su candidato en San Isidro era Gustavo Posse, y lo mandaron a Montenegro a Mar del Plata, donde fue electo intendente el domingo.
Posse tiene enfrente rivales.
"Posse gana porque maneja el presupuesto más grande, es el municipio más rico". Falso, no es el mayor presupuesto ni en términos absolutos, ni por habitante (VER NOTA).
"Posse gana porque lo votan los ricos". Tampoco. Posse ganó el domingo en todas las escuelas en San Isidro. Ganó, en Beccar, en Villa Adelina, en Boulogne. Y justamente en los circuitos electorales que concentran al votante de mayor poder adquisitivo, es donde más peleada la tiene con Convocación.
"Posse gana pero saca cada vez menos votos". No. El domingo sacó 15.000 votos más que en el 2011.
¿Y por qué gana Posse, entonces? Desde este medio, donde hemos sabido ser críticos de políticas de seguridad, de decisiones sobre barrios populares y espacios públicos, creemos que Posse gana porque es quien mejor conoce y sintetiza la diversidad social que tiene San Isidro. Recibe votos de todos los sectores: radicales, peronistas, macristas, clases sociales acomodadas y también en los barrios populares. Gana porque la mayoría de los sanisidrenses les gusta el lugar donde viven, y no pueden negar que una gestión que lleva 20 años (Gustavo) + 16 (Melchor) en el poder, algo tiene que ver con que San Isidro sea lo que es. Posse gana porque también ha sabido moverse, con un gran pragmatismo político, subiéndose a las olas positivas de los distintos espacios nacionales. Pero también, como dijimos, ganó cuando no la ola no lo favorecía.
Posse, el domingo, lo hizo de nuevo. Y a las crítica por sus reelecciones les responde con el valor de la experiencia, pero sobre todo, con votos en las urnas.