Tigre: Otamendi estuvo en el barrio La Paloma después de consagrarse campeón del mundo

El defensor que obtuvo la copa en Qatar con la Selección visitó su barrio de origen y se sacó fotos junto a vecinos.

otamendi la paloma

Los campeones no olvidan su tierra. Lo demostraron todos y cada uno de ellos, al regresar a Argentina con la Copa del Mundo obtenida en Qatar. Cada uno en su barrio, con sus amigos y familia, festejan y festejaron el haber ganado el título. Nicolás Otamendi no fue la excepción y visitó Tigre.

El defensor de la Selección argentina y uno de los estandartes del equipo campeón dirigido por Lionel Scaloni pasó por el barrio La Paloma, en la localidad de El Talar, para compartir la alegría no sólo con su familia, sino también con amigos y vecinos que se acercaron a sacarse fotos y firmar camisetas.

Los recuerdos de él en ese barrio son de un chico más bien reservado y respetuoso fuera de la cancha, pero aguerrido y fuerte dentro. Pateaba y jugaba en los clubes de barrio de El Talar. Su madre todavía vive en la calle Cruz del Sur del barrio La Paloma y Nico siempre recuerda sus orígenes.

Su círculo íntimo reveló en varias entrevistas de hace algunos años su pasión por el deporte desde muy chico. Practicó boxeo y taekwondo, pero su gran amor era, es y será el fútbol. Con ocho años comenzó a practicar baby futbol en clubes como Barrio Nuevo de Tigre y Villa Real de San Fernando.

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Su historia para ser uno de los mejores centrales del mundo comienza en un viaje eterno de ida y vuelta junto a su madre desde Tigre a Parque Leloir, Ituzaingó. Allí, Ota entrenaba con las juveniles de Vélez, club donde debutó como profesional. Silvia, su mama y gran compañera, siempre lo acompañó en sus idas a la Villa Olímpica (predio del Fortín). El colectivo 721 era el primer transporte público que utilizaba hasta la autopista Panamericana, luego el 15 y posteriormente el 57.

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Esa disciplina para viajar aproximadamente cuatro horas por día, los cinco días de la semana, no la tiene cualquiera, y fue determinante en su carrera. Años después, comenzó a viajar solo desde El Talar a Ituzaingó. Sus padres, separados, no tenían dinero para sostener cuatro boletos diarios, por esta razón, su madre dejo de acompañarlo a los entrenamientos, aunque se encargaba de que nunca le falte la vianda.

Con esa historia sobre sus hombros, Nicolás fue artífice del regalo deportivo más lindo del último tiempo para los argentinos: la Copa del Mundo. Y como cada vez que estaba en Argentina con la Selección, el festejo fue en El Talar, en su querido barrio La Paloma.

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