Reflexiones sobre el 1er Encuentro de Pastoral para Jóvenes en Vulnerabilidad y Pobreza de la Diócesis de San Isidro.
Por Jocha Castro Videla
El 9 de Noviembre se realizó en la parroquia Santa María del Camino, Boulogne, el 1er Encuentro de Pastoral para Jóvenes en Vulnerabilidad y Pobreza organizado por el grupo “Bartimeo” de nuestra diócesis. Más de 80 personas, sacerdotes, religiosas, laicos, laicas, acompañados por nuestro Obispo, nos reunimos para conocernos, reflexionar y profundizar la articulación del trabajo que venimos haciendo con los pibes de nuestros barrios y nuestras esquinas, principales víctimas de las distintas estructuras de pecado y opresión que existen en nuestro modo de vida.
Porque nuestros barrios están llenos de Bartimeos al costado del camino, con diversas cegueras, que claman al cielo pidiendo justicia, a su manera, con sus tiempos, con su estilo. Y es el Nazareno el que escucha esa voz, se acerca, se encuentra y pregunta “¿Qué quieres que haga por ti?”. No es un Jesús que se impone, es el Jesús que brota del anhelo del corazón de nuestros pibes, el anhelo de amor, de escucha, de mirada tierna, de contacto sin prejuicios, de compañía, de gratuidad, las bases del accionar de Jesús y de nuestra pastoral. Y este salir al encuentro de nuestros pibes que sufren debe ser nuestra prioridad.
En todos los grupos de trabajo se manifestó la necesidad de “cambiar la mirada”. Como si un estilo de trabajo, de pastoral, de seguimiento y de ser Iglesia estuviese agotado y otro estuviese naciendo. ¿Y qué es lo que está naciendo? Una Iglesia desde abajo, desde Nazareth y desde el Nazareno, cuyo centro es el anhelo de cada Bartimeo del camino. Y la tarea de nosotros los laicos es el Encuentro con los otros, en primer lugar los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad.
Un encuentro gratuito, convencidos de que el encuentro nos transforma a todos, nos humaniza. Un encuentro sin prejuicios, abierto al dialogo y al intercambio, sin miedos ni ingenuidades, responsable y maduro. Un encuentro abierto, sabiendo que nuestros tiempos no son los del otro, nuestros modos no son los del otro, nuestras necesidades no son las del otro, un encuentro de profunda escucha. Un encuentro fraterno, sabiendo que el pibe de cada esquina es un hermano maltratado, desechado, marginado, utilizado, vulnerado, desprotegido, sabiendo que fuimos desgarrando y ultrajando nuestra familia en pos de ciertos ídolos. Un encuentro simétrico, sabiéndonos y reconociéndonos pobres y ricos, no de arriba hacia abajo, ni del que tiene al que no tiene. Un encuentro cristiano, profundamente cristiano, conscientes de que nos amamos porque Él nos amó primero, y es esa experiencia fundante y vivida de Amor nuestro mayor tesoro y nuestro mayor anhelo.
Sigamos trabajando y confiando para parir este cambio de mirada, reconstruir esta Iglesia que amenaza ruina, desde Nazareth, desde el Resucitado, desde Asís, desde nuestros barrios y esquinas, desde nuestro laicado (pieza fundamental), desde nuestros curitas y monjas, desde el Papa Francisco, su aliento y su mensaje esperanzador. En definitiva, desde la Buena Noticia de Jesús.
Como dijeron nuestros obispos “no dejemos que nos roben la esperanza, ni que se la arrebaten a nuestros jóvenes. Cuidémonos los unos a los otros. Estemos particularmente cerca de los más frágiles y pequeños. Trabajemos por una cultura del encuentro y la solidaridad como base de una revolución moral que sostenga una vida más digna.”