Desde que rige la cuarentena en todo el país para evitar la propagación del coronavirus, gran parte de la sociedad tuvo que modificar su manera de vivir y de trabajar, entre ellos, aquellas personas que se dedican a la militancia social, quienes debieron buscar alternativas para seguir con sus tareas, muchas veces poco visibles, pero esenciales para los sectores más vulnerables.
Este es el caso de los comedores y merenderos comunitarios, que debieron implementar la manera de seguir alimentando a las familias de los barrios, cumpliendo a la vez las medidas decretadas por el gobierno nacional, para no poner en riesgo su salud ni la de los otros, y atravesando una situación en la que los recursos para hacerlo, muchas veces, son escasos.
“Los militantes sociales y comunitarios, la mayoría desocupados, changarines, cuidadores familiares y trabajadores informales, ya venían mitigando el hambre causado por la crisis económica transitada por nuestro país, colaborando en la contención y acompañamiento de los sectores populares que tan mal la pasaron durante los últimos años y hoy le suman a sus carencias la pérdida de ingresos en el marco del parate económico que representa la pandemia del coronavirus”, explican desde Barrios de Pie.
Desde la organización, señalaron además que uno de los principales problemas que afrontan en los barrios “es el aumento de la cantidad de niños y niñas, adultos y adultas mayores, jóvenes y familias enteras que se acercan con su recipiente o bandeja a un comedor, a veces haciendo largas filas en la calle -también con un metro de separación- para llevarse a sus casas un plato de comida caliente”.

“Muchos y muchas de ellos y ellas antes se las arreglaban con changas que ya no existen. Muchos y muchas son también población de riesgo y por ello, los y las militantes populares se acercan a llevarles el plato de comida a sus casas”, cuentan.
En tal sentido, Graciela Díaz, referente de Barrios de Pie Boulogne, explica que “en San Isidro la organización tenía instalados tres comedores y siete merenderos que funcionaban tres veces por semana, pero en la situación actual, asumimos el compromiso de asistir de lunes a lunes y pasar a dar el servicio de cena o almuerzo en todos los lugares”.
Los gobiernos nacional, provincial y municipal reforzaron la cantidad de alimentos, pero la creciente demanda supuso también la apertura de nuevos comedores en barrios de sectores trabajadores que antes no requerían de asistencia social. Karina Bejarano, de Barrios de Pie Vicente López, relata que a los tres comedores que la organización tenía en el distrito, debieron sumar un cuarto en el bajo de Munro.

Por este motivo, desde Barrios de Pie advierten que “los recursos siguen escaseando, pues además de los alimentos no perecederos, para llevar un plato de comida a cada familia que lo necesite se necesitan verduras, carne, huevos, garrafas, anafes, ollas, utensilios de cocina, y por supuesto los productos de higiene y limpieza para cumplir con los protocolos de cuidado requeridos: jabón, lavandina, alcohol en gel, barbijos y guantes”.
En este marco, las organizaciones sociales están apelando a la solidaridad y la empatía de los vecinos. Para quienes deseen hacer donaciones, Barrios de Pie pone a disposición el teléfono 11-6693-3607 y garantiza el retiro de los productos en el domicilio de quien done mediante agentes sanitarios, a los efectos de que se puedan cumplir con las medidas dispuestas.