Si hay algo que te enseña constantemente el periodismo es a comunicar información de todo tipo. Hay noticias que, por su esencia, son más tristes que otras para transmitir o redactar, como este caso. Hoy miércoles 22 de junio nos toca escribir unas tristes líneas, pero que llevan cariño, como el que le tenía Eduardo Rapoport al partido de San Martín y, por sobre todo, a Chacarita Juniors, el club de sus amores.
Eduardo se nos fue en las últimas horas. Ya estaba grande. Pero el amor que le tenía a su querido Chacarita y la pasión que transmitía en el canal Somos Zona Norte, tanto en el programa Buenos Aires y Su Gente como también el de San Martín y Su Gente, no se diferenciaba para nada respecto a décadas anteriores.
Para los que tuvimos el placer de conocerlo, por supuesto, este miércoles es un día gris. Sin embargo, su partida no dejó un vacío sentimental. Él está y estará, como estará también Aquí Chacarita, el histórico programa radial funebrero que se emite todos los días viernes de 20 a 21 horas en AM 1580 Radio Tradición. Él fue quien fundó esta audición partidaria, la más antigua de la Argentina, un 7 de septiembre de 1969, meses después de la consagración del Tricolor por el Metropolitano de ese año.
Oriundo del barrio porteño de Villa Crespo, Eduardo se fue para San Martín en 1945, de la mano del Funebrero. En el distrito tampoco estaba tan “visitante” que digamos. Tenía un primo hermano de su papá que era director del Hospital Thompson y quien también fue uno de los diez fundadores de la Corporación Médica.
Pese a que su trabajo era ser contador, el periodismo surgió por y para Chacarita, cuando en una ocasión viajó hacia la sede social a comprar las entradas para un partido y ahí mismo le ofrecieron colaborar con prensa oficial.
Su vínculo con el Funebrero, más allá de la emisión partidaria que hoy lleva la conducción de su hijo Pepe y por su participación en la tribuna del histórico programa Polémica en el Fútbol, llegó a límites impensados hasta por él mismo. Porque él mismo salvó a Chacarita.
Cerca del comienzo de la década del '90, el estadio de Chaca estaba por ser rematado. De hecho ya tenía el cartel, la fecha y la hora de remate. “No había salvación, yo estaba desesperado”, reveló Eduardo años atrás. Entonces decidió jugársela. Fue hacia el Municipio, habló con el intendente de entonces, Carlos Brown, y luego de una ordenanza aprobada en el Concejo Deliberante, el propio jefe comunal le dio la plata para evitar la catástrofe.
Centenares de historias emotivas tuvo Eduardo. Pero para contar todas y cada una de ellas, deberíamos escribir un libro. Hoy se fue y, seguramente, desde el cielo gritará los goles de Chacarita y sufrirá los que le hacen. San Martín y el periodismo también lo extrañarán. “Que me recuerden como una buena persona”, había dicho años atrás. Y va a ser así, no hay dudas.
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